Antihypoxiant
Translation by: Leandro Gabriel Aranda
Yo soy, en pocas palabras, la mente médica más brillante en la historia de la humanidad.
Sé que suena arrogante de mi parte decir esto, pero hay un punto en donde la modestia tiene que dar paso a los hechos universalmente aceptados. Inventé el primer antihipoxiante universal único en el mundo.
Si estás leyendo esto, lo más probable es que seas una persona común, incapaz de comprender lo que es un antihipoxiante. En pocas palabras: es una sustancia química que protege las células de tu cuerpo contra los efectos nocivos de la falta de oxígeno. Quizás podrías estar pensando que esto no es necesitado muy a menudo. En ahogamientos, ¿tal vez? Enfermedades pulmonares, ¿quizás? Pues te equivocas, por supuesto. Pero es algo inevitable; no eres un médico. O si lo eres, no eres uno de mi calibre.
La hipoxia es lo que mata a la gente. Cualquiera sea la “causa de muerte”, la razón real por la que mueren es porque el oxígeno deja de llegar a sus células. En particular, a su cerebro.
Si tu corazón se detiene, la sangre deja de circular alrededor de tu cuerpo. Entonces tus células mueren porque no reciben oxígeno. Si te disparan y te desangras hasta morir, no tienes la suficiente sangre para transportar oxígeno a todo tu cuerpo. ¿Ya ves? Todo es cuestión del oxígeno.
Me tomó alrededor de treinta años, pero finalmente fui capaz de diseñar una forma de evitar el problema. El truco está en tener una fuente redundante de oxígeno en tu cuerpo. Formulé una molécula que puede contener un gran número de átomos de oxígeno. Es similar en propósito a la hemoglobina, aunque mi diseño es mejor que cualquier cosa que Dios haya sido capaz de superar.
El antihipoxiante (no voy a molestarme en darte la designación química, sólo te confundiría) puede contener hasta 58 átomos de oxígeno por molécula. Como referencia, la hemoglobina puede contener sólo cuatro. Además, el antihipoxiante es inofensivo para el cuerpo, puede residir dentro de las células mismas sin afectarlas, y puede estar en mayor cantidad por volumen que la hemoglobina.
Nunca olvidaré el primer experimento exitoso. Tenía un tendón de corva de rata sin cuerpo embebido en el compuesto, lo dejé reposar allí durante tres días. Por lógica, debería haber estado completamente muerto, pero al examinarlo, encontré que las células aún estaban muy vivas y saludables.
Tuve el compuesto perfeccionado en los primeros quince años. La pregunta clave era, ¿cómo aplicarlo?
No sirve de nada tener una medicina que tenga que ser aplicada en el momento en el que el transporte de oxígeno se detiene. Para empezar, no será capaz de llegar a todo el cuerpo. Y lo más importante es que si recibes atención médica, eres menos propenso a necesitar el antihipoxiante. No, tiene que ser algo que ya tengas.
No es una medicina. Es una vacuna. Una vacuna contra la muerte misma. Cualquiera sea tu problema, siempre y cuando no haya habido daño físico en tu cerebro, no morirás por varios días. Esto les dará a tiempo a los médicos para reparar lo que sea que esté mal en lugar de tratar desesperadamente de mantener tus órganos funcionando. Puedes literalmente recibir un disparo en el corazón y ellos tendrán el tiempo suficiente para efectuar un trasplante y salvar tu vida.
El interrogante en cuestión es: ¿Cómo puede ser aplicado? El compuesto es efectivo, pero fui incapaz de elaborar una versión que no fuese filtrada de la sangre por funciones renales. Eso no sirve de nada. Tendrías que tener vacunas de refuerzo todos los días. No, el compuesto es más útil una vez que ya haya entrado en las células del cuerpo. Y por eso, modifiqué un virus.
Los virus trabajan penetrando la membrana celular e inyectando su propio ARN en la célula. A partir de esto, las funciones de las células son suplantadas para crear copias del virus. Son naturalmente malévolas, pero también una poderosa arma en el arsenal de un investigador médico. Luego de otra década de investigación, fui capaz de modificar un virus para fabricar y suministrar el compuesto.
El virus original era una inofensiva cepa que, por lo general, causa vasculitis leve. Éste ataca a las células de las arterias, venas y capilares. Esto fue ideal, porque le permitió a mi versión modificada, transferir el antihipoxiante a aquellas células. El sistema vascular está, por definición, posicionado donde el oxígeno es necesitado.
Lo probé en gatos, perros, y finalmente en monos. El sistema funcionó perfectamente. No hubo efectos adversos, y los animales ahora tuvieron una inmunidad a corto plazo contra la muerte. Detuve el corazón del mono varias veces, la más larga duró dos días completos. Cuando revivió, estaba ileso.
Éste fue el avance que esperé durante toda mi vida. Pero la FDA* era el siguiente paso. Luego de ensayos en animales, proseguían los ensayos en humanos. Primero con un pequeño grupo controlado, luego con grupos grandes y más grandes sucesivamente. Conseguir un fármaco a través de la FDA puede tomarte diez años, y realmente no lo haría.
Tenía 57 años en aquel momento. Si esperase otros diez años tendría 67. Además de esto, se necesitarían por lo menos otros cinco a diez años hasta que el comité del Nobel reconozca mi genio y me galardone con el premio que tanto me merezco. ¡Existía la posibilidad de que no viviese para disfrutar de mi debida fama!
También, con menor importancia pero no menos relevante, es el hecho de que millones de vidas podrían ser salvadas por mi compuesto en todo ese tiempo.
No, la FDA era un impedimento. Era tiempo de actuar. Recuerda que la fabricación y suministro se hace por medio de un virus. Todo lo que tenía que hacer era criar el virus y dirigir su evolución hacia una mutación más contagiosa. Eso me tomó simplemente cinco años.
Liberé el virus en varias de las áreas de mayor población alrededor del mundo. ¡Los resultados fueron ideales! La gente comenzaba a sobrevivir en accidentes en los que debería haber muerto. Vivían el tiempo suficiente como para poder recibir ayuda médica y ser salvadas. En poco tiempo el mundo entero se había modificado. ¡Millones y millones de personas me debían su vida!
Desafortunadamente, mi cuerpo desarrolló inmunidad al virus mientras trabajaba con él. Lamentablemente, esto significa no tener los beneficios de mi propia invención debido a que el virus no puede alojarse en mi sistema vascular. Es una pena, porque mi brillantez debería preservarse por el bien de la humanidad. Por desgracia tendré que enfrentarme a la muerte.
Todo anduvo bien por un par de meses, pero luego los problemas comenzaron a manifestarse. Resulta que las funciones cerebrales superiores tienen una pequeña y diferente configuración de barrera cerebro-sangre. Mi compuesto, mientras transita por aquellas partes del cerebro, sufre una pequeña modificación a causa de la barrera y termina funcionando mal. En lugar de almacenar oxígeno, el compuesto se combina con una proteína presente en el tejido vascular craneal y lo vuelve inerte. Entonces las células próximas al cerebro mueren por falta de oxígeno ya que el antihipoxiante las junta y las arruina.
Hay ironía allí.
En todos los casos, esto causaba que la gente perdiese lentamente sus capacidades superiores de cognición. Mantuvieron el control motor, receptores sensoriales, reflejos de lucha-huida, etc. Pero perdieron su capacidad de “pensar”. Es cierto que se trata de una falla en el sistema, pero no puedo hacerme responsable de eso. Gatos, perros y monos no tienen esa parte del cerebro en absoluto. ¿Cómo sabría yo que sería un problema?
La mayoría de las personas ahora pasaron a ser simples criaturas operando fuera de sus funciones animales normales. Vagan por todos lados en busca de comida. Realmente son muy peligrosos, porque van a tratar de comerte. Por desgracia, si les disparas no se detienen. Mi antihipoxiante le asegura a todos sus tejidos continuar funcionando incluso sin flujo sanguíneo. La única forma de matarlos es disparándoles en la cabeza.
La sociedad está arruinada; toda forma de ley y orden ha desaparecido y hordas errantes de personas incapacitadas para pensar, vagan por las calles. Algunos podrían argumentar que esto es por mi culpa, pero eso es absurdo. Claramente la FDA es la culpable. Si no fuera por su lento proceso, no me habría visto obligado a distribuir el compuesto como lo hice.
En todo momento hay una horda de zombis golpeando la puerta. Es tiempo de tomar mis escopetas y seguir adelante. Creo que pueden rastrearme por el olfato. Debería hacer un estudio sobre eso.